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Perfil carrera. | | | |
Fotos Paulo Nunes, Agnelo Quelas, Rafaela Diaz, Rubén Fueyo, Joao Delgado y mías.
Cuando la terminé hace 2 años me pareció una carrera durísima. Este año la he vuelto a hacer y me ha parecido más dura incluso. Como le dije a una amiga, es casi inhumana y no se la recomendaría a nadie. Pero pasan los días y es increíble como funciona el cerebro, esa dureza se va diluyendo y lo que más recuerdas son los buenos momentos y os aseguro que fueron muchos.
Tenía ganas de repetirla sabiendo bien a lo que me
enfrentaba, aunque el recorrido tenía
algunas variaciones con respecto a la edición en la que yo participé (los
primeros 82 kms y los 23 últimos eran distintos). Esperaba bajar algunas horas mí
tiempo y creo que lo hubiese hecho con el otro track pero no me esperaba que
estas “nuevas partes” fuesen tan duras. Aún así, lo mejoré y acabé muy contento.
Volveré?, seguramente. Ya casi no recuerdo “lo malo” y
siento la necesidad de vez en cuando de hacer cosas así. Estar 3 días aislado
del mundo real, olvidando los problemas, sin nada más en que pensar, solo en llegar al siguiente avituallamiento. Corriendo por un bonito
entorno y disfrutando junto a unos pocos locos más de esta intensa experiencia.
Y si tengo buenos recuerdos de la carrera, los tengo también
del viaje y la estancia, y aunque antes he dicho que no se la recomendaría a
nadie, también digo que si la haces, será una de las experiencias que con más
cariño recordarás, sobre todo sin vas bien acompañado.
El viaje no empieza muy bien, ya que el mismo día estoy a
punto de anularlo por un problema familiar. Asunto solucionado y con algo de
retraso salimos Buendía y yo rumbo a Albacete para unirnos al último componente
del trío. Lo recogemos, Mónica (su mujer) nos dice que lo cuidemos (qué
graciosa) y nos vamos dirección Portugal.
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Repostando |
Como es la hora de comer, decidimos parar en un sitio de
Ciudad Real y así después hacer el viaje de una tirada, cosa que hacemos.
Viaje muy entretenido, hablando de muchas cosas, incluso de correr, hasta que llegamos por la tarde a Provença a Nova y al bonito hotel donde nos vamos a alojar, un hotel con encanto, ideal para ir en pareja.
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Hotel con encanto. |
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En la piscina de hotel |
Cuando llegamos, chek-in y contactamos con Silvia Amodio, una gran corredora uruguaya, a la que
Miguel por mediación de Paco Robles le iba a facilitar unos bastones (así no
tenía que facturarlos en el avión desde Barcelona). Se nos une y nos vamos los
cuatro a recoger el dorsal muy cerquita de nuestro alojamiento y después nos
sentamos a tomarnos algo al lado de Paulo, el organizador.
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Buendía, Sonia(organizadora) ,Miguel, Silvia and I |
Al rato aparece Luca
Papi con su familia y una corredora francesa de la que comentan que sería la
ganadora de las mujeres (al final lo fue también de los hombres). Esperamos a
que llegue Rui Pinho, un amigo portugués que al igual que Miguel esta sería su
6ª participación y nos vamos los 5 a cenar a un pequeño restaurante italiano. Y
ahí estoy yo, que apenas ceno habitualmente, intentando dar cuenta de una
enorme pizza. Mis compañeros no tuvieron el mismo problema y pasamos una
agradable velada.
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Nuestra cena. |
De vuelta al hotel, toca decidir cómo repartimos las dos
habitaciones para los tres. Estos quieren dormir conmigo (es lo que tiene ser
tan atractivo), así que nos lo jugamos a los chinos, ganando Buendi (que bien
juega el cabrito), que elige quedarse una para él y Miguel y yo en la otra.
Al día siguiente nos levantamos sin madrugar mucho, desayunamos
y nos vamos al lugar de los dorsales a dejar las bolsas para las 7 bases vida
que hay en la prueba. Volvemos, dejamos la habitación y llevamos nuestras cosas a una sala que el hotel había
habilitado para todos los corredores que se hospedaban allí, pudiéndolas dejar
allí hasta el domingo.
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El desayuno |
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Provença a Nova vista desde el hotel |
Un autobús nos recogerá a las 14.00 h para llevarnos a
Belmonte, ciudad desde donde se dará la salida. Durante la espera aprovechamos
para ir de nuevo a comer al restaurante italiano e invitamos (los españoles
somos así) a que nos acompañe una
simpática corredora rumana que había venido sola, Eva. Corredora que nos deja
alucinados con lo que nos cuenta, cada 5-10kms se fuma un cigarro y ha dejado
cartones en todas las bases vida (nos enseñó las fotos). Cada uno tiene su
estrategia.
Vuelta al hotel y a esperar, ya vestidos, (vestidos de correr,
I mean) junto a los demás corredores a que vengan a recogernos. Descansando
algunos en sillas, otros en sillones y alguno que otro por el suelo.
Es lo que peor llevo, tantas esperas…
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Esperando al autobús. |
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Preparado para la aventura. |
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Con Luca Papi. |
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Con Claire, la ganadora de la carrera (a ver si se me pegaba algo). |
Por fin. Autobús y tras un largo trayecto en el que voy algo
adormilado, llegamos a los pies del castillo desde donde se dará la salida, una
hora más tarde (otra cosa no sé, pero castillos en Portugal tienen para regalar).
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Castillo de la salida y Buendia como siempre en medio. |
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Un lugar muy bonito. |
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Qué buena pareja hacemos.... |
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Mira el Buendi que tranquilo. |
Aquí aprovecho para saludar a mas amigos, como a Jaime, un
tío muy majo de Huelva, Jerome un amigo de Estrasburgo, algún portugués que no
recuerdo su nombre y a Toti, con el que charlo un ratito y que le veo con ganas
(hizo muy buena carrera).
Y tras una larga espera, dan la salida. Todos muy juntos
emprendemos esta aventura. Bajamos del castillo y nos metemos por caminos de
arena. Estos primeros kilómetros los comparto con Miguel, Buendía y Jaime,
charlando animadamente. Luego cada uno empieza a coger su ritmo y nos vamos
separando, quedándome solo.
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La salida. Por ahí en medio voy yo. |
Recuerdo que hace algo de calor y voy bebiendo más de lo que
suelo hacer y también tengo la sensación de tener polvillo en el paladar de los
caminos de arena. Dejamos esos caminos y subimos por una larga carretera hasta
que llegamos a la bonita fortaleza de Sorthela. Mis sensaciones no son buenas,
tengo el cuerpo en modo sedentario y me apetece de todo menos correr, de hecho,
reconozco que si anulan ahora la carrera me alegraría, aunque también sé que
esto es pasajero y que llegará un momento en que me encontraré muy a gusto
corriendo.
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Llegando a Sorthela |
El grupo se ha ido estirando y aunque voy solo, de vez en
cuando contacto con algún corredor y vamos un rato juntos. Voy corriendo
siempre en las partes llanas o hacia abajo esperando que el tiempo vaya pasando y me vengan las buenas sensaciones. No recuerdo mucho más de esta parte, solo que llegando ya a Sabugal, se hizo de noche. Km.35.3 en 5h 03’.
Aquí me encuentro al
entrar con mi amigo Buendia que está comiendo. Para mí de momento es pronto así que únicamente bebo algo de refresco de
piña y de naranja, me siento unos minutos y salgo sin entretenerme mucho más.
La zona que viene es bonita y eso que la pasé de noche.
Llego a un pantano coincidiendo con Jaime y Buendía pero me despisto un poco y
los pierdo. Vuelvo al trazado y corriendo por donde se puede voy bordeando el
pantano iluminado por una gran luna llena. Al fondo veo luces de corredores y
poco a poco me voy acercando a ellos, resultando ser otra vez mis amigos. Un ratito con ellos y como su ritmo es
mejor me vuelven a dejar atrás.
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Perfecta la compañía. |
Por donde estamos es la Sierra de Malcata (me hubiera
gustado pasar por aquí de día). Empiezo a bordear otro pantano. Dos corredores se
me acercan y cuando están a mí altura ven mi camiseta del GTP y me lo dicen.
Ellos también son madrileños, muy majos ambos y han participado en esa carrera,
de hecho, la noche siguiente los veré de nuevo con mi misma camiseta azul.
Comparto un pequeño tramo con ellos y después con otro par de corredores
portugueses muy simpáticos, van conversando conmigo y yo les digo a todo que
sí, porque no me entero de nada. Y empiezan las subidas que no me esperaba,
subidas duras y luego bajadas y vuelta a subir (y yo sin bastones). No sabía
que esta parte era así, pero la estoy haciendo bastante bien, imagino que
tantos años de carreras de montaña han valido para algo.
Aún no me encuentro muy a gusto, sigo en modo sedentario y “me
cuesta” avanzar.
Otra vez en soledad, dejo el monte y empiezo a ir por una
pequeña carretera en medio de la nada, solo rodeado de vegetación y rocas. Me
pongo a correr y a disfrutar de ese silencio, únicamente iluminado por la luz
de la luna.
No me acuerdo mucho más de esa noche ni de cuando se me hace
de día. Mi siguiente recuerdo es el de ir por un bosque corriendo por una
cómoda pista cerquita ya de Penamacor. Cojo un desvío hacia la izquierda cuesta
abajo y una corredora me llama desde el cruce de arriba diciendo que me he
equivocado, pero sé que voy bien y se lo comento. Cuando se acerca a mí me doy
cuenta de que es Silvia y va a acompañada por otras dos corredoras portuguesas.
Me pongo a charlar con ella y me dice que tuvo un pequeño desmayo en Sorthela
pero que se recuperó y a pesar de que el médico de carrera la aconsejó no
seguir, ella prefirió no hacerle caso y continuar. Le pregunto por nuestra otra
amiga Eva, la chica rumana y me comenta que ha estado un rato con ellas y
fumando… (algo que no le gustó a la chica Portuguesa, según me dijo algo
enfadada).
Al fondo vemos Penamacor. Desde aquí empezó la edición
anterior en la que yo participé. Cruzamos una carretera y empezamos a subir por
sus calles (en todos los pueblos había que subir) y tras algún que otro
despiste de los cuatro, llegamos al avituallamiento que está situado en una
carpa. Km.80.5 en 13h40’.
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Al fondo Penamacor con Silvia a la derecha. |
Me siento tranquilamente a desayunar lo que había dejado en
mi bolsa, leche de arroz con café y pan con aceite. Descanso unos minutos y me
marcho despidiéndome de Silvia que prefiere quedarse un rato más.
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Desayunando junto a Silvia y otros corredores. |
Aquí hay menos campo y más carretera. Voy por el arcén y me alcanzan dos corredores portugues muy majos con los que voy casi charlando un buen rato. Ellos siguen caminando y yo aprovecho los tramos tramos
llanos y cuesta abajo para ponerme a correr, esa era mi estrategía hasta que tuviera fuerzas.
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Les esperé para ir acompañado un rato. |
Aproximadamente 1 hora después de salir de Penamacor, Silvia me alcanza. Va con
muy buen ritmo, me saluda y dice que va a aprovechar que se encuentra bien y
seguir corriendo. Yo creo que es pronto aún para exprimirse tanto, pero ella se
conoce mejor que yo.
Empieza a hacer más calor y ahora no hay apenas sombra pero
de momento voy bien. Recuerdo que antes del siguiente avituallamiento, casi por
la mitad, más o menos, vamos a pasar por un bonito pueblo llamado MontSanto.
Voy corto de agua y empiezo a tener bastante sed (algo raro en mí). MontSanto
se ve allí al fondo, en lo alto. Sigo recto por un camino con un ligero
descenso y cuando casi estoy llegando a la carretera me doy cuenta de que el GPS
dice que por ahí no es y tengo que volver atrás un par de kilómetros para tomar
un camino que sale hacía la derecha. Y en vez de ir en línea recta al pueblo se
va alejando, primero hacía la izquierda y después hacía la derecha dando un pequeño
rodeo y saliendo justo al mismo sitio de la carretera donde antes me
tuve que dar la vuelta, si es que…
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Miguel en la dura subida a MontSanto. |
Cruzo la carretera y sigo por otra rodeando MontSanto. Ya no
llevo agua y tengo bastante sed, estoy deseando llegar para buscar algún bar y
comprarme algo. La carretera empieza a subir hasta que en un punto hay que dejarla y tomar un
camino que ahora sí, te lleva en línea recta hacia el pueblo por una empinada (c.p.) subida,
llegando tras algún que otro despiste más, por fin al pueblo, con más sed que
el que se perdió en la isla. Veo una oficina de turismo y entro a preguntar dónde hay un bar (también están para esto) y la señorita muy amablemente me
indica donde está. Cuando llego hay varios corredores sentados a la sombra,
creo que algunos se han retirado por lo que escucho. Entro en el bar y cae una
coca cola, un helado, un nestea y una botella de agua. Descanso un ratito y
sigo camino bastante recuperado.
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Lo bien que me sentó. |
Está parte no es tan dura como los primeros 80 kms., que he
de decir, me sorprendieron mucho por su dureza, con un desnivel y unas subidas
que no me esperaba. Ahora voy alternando caminos donde se puede avanzar
bastante con tramos de carretera.
Uno de estos caminos sale a una nueva carretera principal que
hay que seguir hacia la derecha con cuidado por el arcén. Penha García se ve a
lo lejos, a unos 5 o 6 kilómetros. Voy corriendo tranquilamente y veo que
delante de mí a unos 200 metros para un coche. Cuando estoy a su altura, se
abre la puerta y baja una mujer con una botella de agua en la mano
ofreciéndomela. Me quedo algo sorprendido y solo me sale decirle; está
fresquita, gracias. Me contesta con una bonita sonrisa y se marcha. Cómo no voy
a querer repetir carrera con estos detalles…?
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Por la derecha se va a Penha García. |
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Cerca de la curva paró el coche
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La vistas preciosas, como en casi todos los pueblos. |
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Por detrás del castillo había que bajar. |
Sigo por la carretera y casi llegando a Penha, sale un camino a mi izquierda que hay
que tomar para entrar al pueblo bordeándolo y subiendo (vamos, lo habitual). Paso
al lado del castillo y a pesar de que esto me suena, tardo en encontrar la ruta
que baja por “detrás” y tras callejear un poquito llego al avituallamiento que
no está en sitio cerrado sino al aire libre.
Km.121,5 en 22h50’.
Veo que está Jaime con su mujer y una pareja de corredores portugueses
que están haciendo de momento la carrera
juntos, Adelaide y Sergio, muy majos los dos. Estoy con hambre y doy buena
cuenta de una ensalada y un puré típico de aquí sentado en una gran mesa donde
da un poquito el sol. Jaime y los portugueses se van y yo un poquito más
tarde justo cuando llega mi amigo Rui.
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Mi comida en este avituallamiento |
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La sombra estaba ocupada. |
Este tramo también es de los fáciles, llanito y por camino.
Un buen rato después de salir del avituallamiento me alcanzan y adelantan 3
corredores, Jaime, Sergio y Adelaide. Extrañado les pregunto y me dicen que nada,
que se habían perdido (otra cosa muy habitual aquí).
Sigo mi camino y un buen rato después, sabéis quienes me
vuelven a alcanzar y adelantar?, si (sé que mis lectores son muy listos), solo
que esta vez no iba Jaime. Les vuelvo a preguntar y riéndonos los 3 me vuelven
a confirmar otra pérdida.
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Adelaide y Sergio, muy simpáticos ambos. |
Empieza a oscurecer. Por esta parte hay alguna granja y
casas aisladas, con sus animalitos y sus perros. Que no pasa nada si están atados o
encerrados pero un par de ellos, un mastín y uno chiquitín no lo estaban y
menudo susto me dieron saliendo detrás de mí ladrando pero no pasó nada, aparte de un amago de infarto. Sigo mi
camino, pasando por más casas aisladas y por los ladridos que escucho a lo
lejos sé que tengo a algún corredor cerca por detrás. Muy al fondo se ven las
luces de un pueblo que por las horas que llevo corriendo tiene que ser Idhana a
Nova. Un pequeño despiste con el GPS metiéndome hasta casi la cocina en una granja
y ya de nuevo en el track correcto, empiezo a bajar por una carretera llegando
al Santuario de Nossa Senhora do
Almortão, desierto a esas horas de la noche, con algún coche aparcado, imagino que con novios dentro
charlando de sus cosas.
Continúo corriendo por la solitaria carretera, siempre en
bajada. No llevo puesto el frontal ya que con la luna se ve bastante y bien y
lo prefiero. Las luces de Idhana se ven al fondo y en lo alto, o sea, que
cuando llegue al final de la carretera toca de nuevo subir. Y llego al final. Cambio
de carretera cogiendo otra a mi derecha, cruzo el puente de un río y comienzo
la subida, casi vertical por una especie de camino antiguo, medieval. Joer, de
verdad, estoy harto de tanta subida…. Ya arriba camino tranquilo por las
desiertas calles. Estoy algo cansado y con sueño así que cuando veo un banco
aprovecho para sentarme unos minutos adormilado. Veo pasar a Rui y le sigo
hasta el avituallamiento. Km.154, en
29h43’.
Como un poco de garbanzos y en vez de coca cola, refresco de
piña y naranja. Veo que tienen una sala con ats y me acerco a que me miren unas
pequeñitas ampollas que tengo en los lados del talón, aprovechando también para
poner el móvil a cargar. Una vez curado y descansado salgo para pasar mi
segunda noche.
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Una noche menos. |
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Un amanecer más. |
El siguiente recuerdo que tengo es ir por una recién asfaltada
carretera, un poco más ancha que un carril bici y encontrarme de nuevo con Rui,
o él me encontró a mí, la verdad es que no lo sé. Vamos caminando en silencio y
hace algo de frío. Le comento que tengo algo de sueño pero ahí es complicado
parar. Él se fija en una especie de canaleta de cemento con algo de vegetación
que va pegada a la carretera para cuando llueve y dice de meternos ahí a dormir
10’. Yo, tengo tanto sueño que me da igual donde y ahí me tumbo apoyando mi
cabeza en mi brazo y este en el asfalto y a pesar de “algo” sospechoso que noto
corretear por una pierna, me duermo, no sé si 2 minutos o 9 porque enseguida me
llama para que prosigamos.
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Rui Pinho. |
Se nos une otro portugués y vamos los tres charlando, bueno
ellos dos, porque yo sigo sin enterarme de nada. Me encuentro con fuerza y me
pongo a correr alejándome de mis compañeros. Recuerdo esta parte, el año pasado
por aquí me salté un desvío e hice 4 kms de más (2 ida, 2 vuelta). Llego al
desvío y me lo vuelvo a saltar pero esta vez solo 50 metros (y el año que viene
me volverá a pasar, me conoceré yo…) alcanzándome de nuevo mis amigos. Ruí ve
otro sitio más “acogedor” que el anterior y propone echarnos otra mini siesta,
pero yo estoy bien y prefiero seguir, además me sigue apeteciendo correr,
quedándose ellos dos solamente. Llego a un cruce y no sé porqué (bueno, si lo sé)
me meto por donde no es empezando a subir una larga cuesta y cuando llego
arriba veo que no tiene salida con una buena caída si intento bajar por el otro
lado adelantando. Estoy dando vueltas como un tonto y al final descorro lo
corrido (c.p) y vuelvo al cruce donde vuelven a aparecer mis compañeros. Rui se
ríe de mí cuando me ve aparecer y le cuento lo sucedido (con razón). Un ratico con
ellos y me vuelvo a ir, dándome cuenta de que el recorrido no es el mismo que
yo hice aunque las etapas sean las mismas.
Llego a Lentiscais, subiendo claro está, aunque aquí no hay
castillo. Km. 197, en 40h33’.
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Avituallamiento de Lentiscais. |
El avituallamiento no está en el mismo sitio y me cuesta
encontrarlo, necesitando la ayuda de alguna persona. La hora en la que llego
coincide con el desayuno así que me pongo a ello. De nuevo leche de arroz con
café y pan con aceite. Estando allí veo a una de las corredoras portuguesas con
la que coincidí al principio, se acuerda de mí y me hace de asistenta (un
encanto). Desayuno, me echo vaselina, descanso unos minutos y me marcho para
hacer la etapa que más gente teme porque pasa por el que llaman Valle de la
Muerte debido a las temperaturas que suele hacer ahí y son casi las 12 a.m. o p.m.?, bueno, al mediodía,
cuando salgo del avituallamiento.
Me acuerdo muy bien de este tramo cuando lo hice hace 2 años,
fue el que mejor se me dio y en el que más corrí aunque lo hice por la tarde.
Salgo de Lentiscais por la carretera principal, estoy fuerte y comienzo a
correr por su arcén. Hace calor pero hay una ligera brisa con la que me siento
muy a gusto. La carretera tiene alguna que otra buena subida pero no me pongo a
caminar, únicamente lo hago cuando el brisa se quita porque el calor es casi
insoportable.
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Casi llegando al Valle de la Muerte. |
Sigo por la carretera, muy al fondo veo una casas y sé que es por
ahí. Cuando llego a su altura me salgo del arcén, no necesito ni mirar el
GPS y me adentro en el Valle. Paso por el primer bar donde paré el año pasado y veo allí a la mujer
de Jaime con un amigo, nos saludamos y sigo corriendo para entrar en la parte
más “complicada”.
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Entrando en la parte más "caliente". |
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Esta foto creo que no va aquí.... |
Recuerdo que más adelante hay más casas con otro bar (yo es
que soy mucho de bares). Sigo corriendo, siempre que haya brisa. Llego al famoso
árbol que sale en algunas fotos, me inmortaliza Joao y sigo adelante viendo las
casas ya al fondo a mi izquierda.
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La típica foto de esta carrera. |
Hago un giro y para mí sorpresa me encuentro
una furgoneta con Paulo, el organizador. Me ofrece agua y coca cola fresquita
que acepto encantado y tras unos segundos de charla, continúo. Llego a las
casas y veo apoyado a la sombra a mi amigo Buendi, yo no le veo buena cara pero
él me confirma que está bien.
Dudo un poco de lo que me dice pero como insiste y además
acaba de llegar otro corredor que le puede acompañar, le comento que yo me
encuentro fuerte y que voy a seguir corriendo. Nos despedimos y me anima a
seguir. Paso por el segundo bar dejando la zona habitada y comenzando de nuevo a ir por campo.
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Un poquito antes ví a Buendi. Dejando la zona habitada.
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Ya he dicho que recuerdo muy bien esta etapa y me extraña cuando el
track me lleva hacía la izquierda en vez de a la derecha y me hace subir por un
gran campo regado por un pívot. Sigo corriendo y sigo alejándome del destino.
En un punto el camino me mete por un bosquecillo donde hay otro coche parado con una pareja muy
simpática que me ofrecen un bote de coca cola (al final me acabará gustando).
Mas camino, mas bosque, mas sube bajas y por fin empiezo a ir hacia la derecha
hasta que comienzo a oler un olor algo desagradable que también olí en el 2019
y sé que estoy llegando al pueblo (una fábrica de no sé qué). Paso pegado a la
fábrica en bajada y cruzo un puente siguiendo por una carretera a mi izquierda.
Creía recordar que el avituallamiento estaba más cerca pero no, aún tardo unos
3 kilómetros en llegar a la playa fluvial de Vila Velha de Rodao. Atravieso un pequeño
puente de madera y entro en el recinto donde hay bastante gente pasando el día.
Me acerco al restaurante y me dicen que ahí no es, que tengo que seguir más
arriba a una especie de merendero cubierto. Km 228,3 en 47h46’.
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La bonita entrada a la Playa Fluvial. |
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El avituallamiento. En frente del chico de amarillo me senté yo. |
Lo primero que hago nada más llegar es acercarme a una chica
de la cruz roja y pedir “cita” para unas molestias que tengo en un dedo del pie.
Después voy donde la comida y de todo lo que tienen elijo espaguetis sin carne,
solo con aceite de oliva y algo más que no recuerdo. Termino de comer y voy a
que me miren ese principio de ampollas, atendiéndome fenomenal y aprovechando esos
minutos en la camilla para descansar y cargar el móvil. De vuelta a la mesa
donde he dejado mis cosas, como otro poquito y justo en ese momento entra
Buendía (pensaba que le tenía más lejos). Me dice que lo va a dejar aquí, me
quedo mirándolo sorprendido y le comento que estamos en el km.230 que “solo”
quedan 50 para meta y 15 horas para realizarlo, tiempo de sobra, que casi se
puede hacer paseando. Me insiste en que ha “desconectado” y que se queda y yo
le insisto en que se arrepentirá, que quedan solo 50 kms y que ya está casi
hecho. Se queda pensativo unos segundos y me dice que ok, que continua. Perfecto,
me despido de mi buen amigo y salgo tranquilo para hacer esos “fáciles” 50
kilómetros.
Subo por una carretera y llego como a la entrada de una
autopista con varias opciones a seguir
y aunque lleve GPS es complicado acertar
a la primera. Estoy parado y se detiene a mi lado una moto, me pregunta si soy
de la carrera, le digo que sí y me indica por donde han ido antes otros
corredores. Yo pienso que es de la organización pero es un “amable desconocido”.
Sigo por donde me ha indicado pero vuelve a ver más opciones y me vuelvo a
parar, el motorista, un chico joven, se vuelve a acercar y me dice que espere ahí, que va a “buscar” a los otros
corredores para asegurarse por donde es y eso hace, volviendo a los 2 minutos e
indicándome por donde debo seguir. Yo alucino con la gente aquí, cómo no voy a
querer volver!!!.
No estoy muy seguro de que Buendía me haya contado la verdad
y pregunto por whatsaap a Sarah, una amiga común de ambos que nos sigue online y que me ayudó con sus mensajes a llevarlo mejor en algunos momentos de "soledad", si
Buendi al final había abandonado o seguía en carrera, me comenta que lo va a mirar y al
ratito me llega su confirmación de que le tengo por detrás a tres kilómetros. Ahora sí
que me quedé tranquilo.
Esta parte me gusta a pesar de que es carretera porque hay
unas vistas muy bonitas y se va pasando
como por pueblecillos, cruzándome con gente y familias paseando, saludándonos
mutuamente y haciéndome más entretenido el viaje. Empieza a anochecer, voy
pensando en mis cosas y me vuelvo a saltar un desvío que te sacaba de la
carretera siguiendo un kilometrillo más. Hala!!!, a descorrer otra vez lo
corrido (c.p.)
No me suena absolutamente nada de esta parte del recorrido e
imagino que es porque han variado algunas cosas. Queda poco para llegar al
último avituallamiento y no me meto por ningún bosque ni subo por ninguna pista
como hice en su día (casi mejor). Muy a lo lejos veo luces e intuyo que me
estoy acercando a Montes da Senhora, miro el GPS pero las distancias no me
cuadran, supongo que es por las veces que me he perdido y no sé exactamente lo
que me queda. Aparece la luna, algo que agradezco ya que así no necesito hacer uso del
frontal, bueno, a no ser que el terreno sea algo complicado y vaya corriendo.
Llego a Montes. Digamos que en un reloj yo estoy en las 4 y
tengo que ir a las 2, bueno pues hay que hacerlo por el camino más largo y
empiezo a bajar por una carretera a mi izquierda y abajo del todo (a las 7) se
empieza a subir yendo hacia la derecha. Es lo que peor llevaba, el saber que
estoy tan cerca y los rodeos que se daban para llegar al destino. Entro ya en
las calles de este bonito (como todos) pueblo y en un local de una plaza está
la base vida con algún que otro corredor dentro comiendo o descansando. Km 255,1 en 54h07’
Nada más llegar un amable señor me ofrece comida y por mi
cara ve que no me apetece mucho lo que tienen, se va a la cocina y vuelve para
ofrecerme otra cosa (me vio pinta de vegetariano), que acepté encantado. Dos
chicos jóvenes me hicieron de asistentes, cogiendo mi mochila, rellenándome el
agua…, te hacen sentir “especial”. Cuando terminé de comer y aunque no tenía
nada de sueño para haber dormido apenas solo 10’ en 3 noches, decido echarme un
rato encima de unas sillas que junté, avisando antes al amable señor de que me
despierte a la 01.00 (eran las 12.35) y puntualmente a esa hora me despierta.
Me coloco bien mis cosas y salgo a pasar mi última noche, otra vez, en la mejor de las compañías,
la luna.
No me ha sentado bien ni la comida ni el pequeño sueño que
me he echado y espero que este malestar no vaya a más. Aquí creo que no acerté.
Y encima en esta parte me encuentro con alguna subidilla que no me esperaba. Me ayuda a llevarlo mejor coincidir de vez en cuando con otro corredor, cruzamos alguna palabra
dependiendo del idioma y seguimos nuestro camino. Por fin el terreno mejora coincidiendo con el
amanecer y mis sensaciones también. Voy paralelo a una carretera por un sendero
y de pronto aparece un coche al otro lado y su ocupante empieza a gritarme que
por ahí no es. Miro mi GPS y está claro que por aquí si es. Más adelante el
sendero enlaza con la carretera y aparece el coche de antes diciéndome lo
mismo, que voy mal. Le digo que no, enseñándole el GPS. Mira mí número de
dorsal, habla con la organización y acto seguido me pide disculpas (parece ser
que alguno iba perdido y lo estaban buscando).
Yo me encuentro mejor y aprovecho para ponerme a correr
ahora que el terreno favorece hasta que
la carretera gira a la derecha y empieza a subir. Miro el GPS y veo que
Provença a Nova la tengo detrás y creo que estoy yendo en dirección contraria (paranoias
de no haber dormido). Estoy un rato dando vueltas intentando orientarme y
decido llamar a Pedro, el chico que nos controla online, que me confirma que
voy bien y hay que dejar atrás Provença ya que la meta este año está en la
Praia Fluvial de Adeia Ruiva. Sigo por la carretera bastante cansado, según el GPS
tendría que haber llegado ya, pero aún me queda un buen tramo.
Comienzo a bajar, me pongo a correr animado pensando que ya estoy cercapero tras varios kilómetros con el mismo paisaje y sin tener pintas de que cambie, decido ponerme a
caminar desesperado, aparte creo que no bajaré de 60 horas, por lo que me lo
empiezo a tomar con más calma y a
disfrutar del bonito paisaje. Voy por una especie de valle con mucha vegetación
y con nada de tráfico a esa hora. Cruzo al otro lado y sigo a buen paso bajando
hasta que me encuentro a otro de los fotógrafos de la organización con el que
he coincidido varias veces en estos 3 días, saludándote por tu nombre. Me
confirma que queda ya muy poco y que al final me encontraré con una corta pero
dura subida. Lo primero no era muy cierto porque quedaba más de lo que me hizo
pensar pero en lo segundo no me mintió. Dura y empinada (con perdón), menos mal
que cortita.
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No es cabreo, solo cansancio. |
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Mis amigos muy cerquita ya de la meta. |
Ahora si me pongo a correr. Empiezo a ver zona habitada y en
vez de seguir por el arcén, no sé porqué?, me salgo a callejear por unas casas,
volviendo más adelante a la carretera dando un bonito y pequeño rodeo (yo soy
asín). Al fondo veo la entrada a la Playa Fluvial y corriendo entre los
aplausos de corredores y acompañantes que hay por allí, entro en meta. Cansado, muy cansado pero
contento, aunque por la foto no lo parezca.
Km.281 (293 o 290 según que GPS) en 61h 26’.
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Mi llegada a meta. |
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Miguel Angel Lara. |
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Jose Antonio Buendía. |
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Silvia Amodio. |
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Rui Pinho. |
Una guapa señorita me da la medalla, Paulo la camiseta de
finisher y me comenta que cuando quiera me lleva de vuelta al hotel, que coma
algo antes y descanse un poquito. Y justamente eso sucede, acercándonos Sonia, a otro corredor y a mi, al hotel.
Ya en el hotel descanso hasta que vuelven mis compañeros y
por la tarde con la ceremonia ya empezada, bajamos a celebrarlo junto a los
demás corredores pasando una muy agradable velada.
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Celebración de la carrera junto a los demás corredores. |
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Compartiendo mesa con unos amigos catalanes. No amenazaba, solo señalaba (Buendi.) |
Gracias Miguel Ángel y Buendía los buenos momentos que
viví con vosotros, seguramente esta experiencia solo hubiera sido muy
diferente (y quizás mejor 😅) . También quiero agradecer a todas las personas que en la distancia me
siguieron, apoyaron, me llamaron y me mandaron mensajes, Jesús Molina, Quique, Jan, Luis, Toni, Santi, Sarah y a alguno más. Os aseguro que en
muchos momentos duros me vinieron fenomenal y me ayudaron a seguir adelante.
Gracias a todos.
Dedicada a Daniel y Claudia.