Páginas

viernes, 5 de noviembre de 2021

24 HORAS CIUDAD DE SANTANDER

 

 



 Tras hacer las 12 horas de Ciudad Real en pista, me quedé con ganas de repetir en este formato y cuando me enteré de que en Santander habría una prueba de similares características, decidí inscribirme, aunque en esta ocasión participaría en  24 horas.

Días previos a la fecha no estaba yo muy animado y tenía pocas ganas de correr, la verdad. De hecho estuve a punto de anular el viaje y hasta la noche anterior no les confirmé a mis compañeros, José Antonio Buendía y Manolo Rico, que me iría con ellos y no me arrepentí, porque pasé un fin de semana bastante entretenido.

El viernes por la mañana,  Buendi vino a recogerme a casa y seguidamente fuimos en busca del último componente del trío, iniciando el viaje algo mas tarde de lo acordado (por mi culpa). Aunque el trayecto era largo, yo iba preparado con un libro que empecé hacía varios meses pero nunca encontraba tiempo para dedicarle, así que, aproveché el viaje para ponerme al día con él y solo levantaba la cabeza para escuchar algunas de las historias de mis dos veteranos compañeros. 

Recién salidos.

Leyendo.


Paramos un par de ocasiones a echar gasolina y pasado Madrid a comer, en Buitrago de Lozoya  y ya, casi acabando el libro sobre las 19 horas, llegamos a nuestro destino, yendo directamente a por los dorsales.


Comiendo e hidratándonos.

En el original Pabellón de Deportes donde los recogimos  nos encontramos a otro grupo de murcianos (los murcianos son como los japoneses, a cualquier ciudad donde vayas te encuentras a unos cuantos), Pedro Serna, Alberto Plazas, Pedro Agustín, Chusky, Isa Sandoval, Alicia Antón y Guillermo (este es de Madrid, pero podría pasar por murciano perfectamente). La casualidad y una parada a cambiar una rueda reventada del coche de nuestros amigos hicieron que llegásemos a la misma vez.

Al fondo, el original Polideportivo de Santander.

El Parque de las Llamas.

El circuito por donde transcurrirá la prueba.


Como el Polideportivo estaba justo en el parque donde se realizaría la prueba, aprovechamos también para echar un vistazo, saludando a más gente,  y después, al hotel a dejar las cosas, o eso pensaba yo….

El amigo Buendía me dice que ha habido un problema con las reservas y que solo ha encontrado sitio en la Pensión Luisito. A mí, que un 3 estrellas casi me parece cutre, espero que esté bromeando, no me veo durmiendo en una pensión, pero no, no es broma y encima solo hay sitio para dos, por lo que él dormirá en su coche.  Intentamos solucionarlo llamando a ver si algún compañero tenía hueco en su hotel, pero nada, así que montamos en el coche “cama” y nos vamos a buscar nuestro alojamiento, que todo hay que decirlo, estaba muy bien situado pegado a la playa del Sardinero. Buendí se va a aparcar y nosotros vamos al chek-in.

Pensión Luisito.


Entramos en la pensión, que en los años 40 sería el no va más, pero ahora no  y vamos al rincón de la recepción (literal) donde una señorita mientras nos registra (no literal), empieza a comentarnos una serie de normas que yo escucho mientras miro mi móvil. Únicamente levante la vista en dos ocasiones; cuando dijo que el baño era compartido con otras 5 habitaciones y cuando comentó que la pensión se cerraba con llave de 00.30 a 8.30 y que en ese horario no se podría ni entrar ni salir. Y si hay una urgencia o un incendio? ,  no pasa nada,  habrá un señor por aquí “haciendo cosas” y le podéis llamar al móvil, -nos contesta- mientras la seguimos por las escaleras  con la tranquilidad de que dependeremos de que haya cobertura ante una urgencia.

Nos enseña los dos baños compartidos, muy limpios, eso sí, y se detiene delante de una pequeña puerta que yo creo que es un armario, pero no, es la entrada a nuestra pequeña y sobria habitación con dos minúsculas camas. No pasa nada, aquí hemos venido a correr….

Dejamos nuestras cosas, nos vamos los tres a dar un paseo por la playa y tras cenar en un Pizza Hut donde no estuve muy hablador (preocupaciones mías), nos vamos a dormir.

De cena.

De turismo por la bonita Playa del Sardinero.


Dos veces me levanté por la noche para ir al baño (me hidraté demasiado, la próstata bien, no preocuparse) y las dos veces pensando que cómo alguien saliera a la vez y me viera en calzoncillos, o despertamos a todos con los gritos o lo mismo surge algo….

Manolo a las 7.15 en pie, yo seguí despierto pero en la cama. Total, hasta las 8.30 no podríamos salir…. Y a esa hora bajamos para ir a desayunar con el otro componente del casi trío a una cafetería muy cerquita del Casino.

Unas últimas compras en el súper y nos vamos al Parque de la Vaguada de las Llamas, aparcando justo  al lado del Polideportivo. Instalamos nuestro chiringuito en la zona de meta y esperamos pacientemente a que lleguen las 12.00 disfrutando del buen ambiente.

Preciosas las vistas por la mañana.


Dos simpáticas chicas nos piden permiso para ponerse a nuestro lado, son Araceli y Rosa, con las que coincidí también en las 6 horas de Mula y por el otro lado  tenemos a Isika y Alicia, mejor acompañados no podemos estar. Veo a Nicolás de las Heras y me acerco a saludarlo (le conocía pero no en persona). Un tío súper majo, que no sé porqué, tiene fama  de ir empujando a la gente en las carreras. Charlamos un ratito y en nada nos indican que vayamos a la salida (c.p) para colocarnos (c.p). El circuito tiene unos 1.900 metros y rodea un pequeño lago que está en medio de este bonito parque. Dan la salida, y comenzamos la prueba a la vez, los corredores de las 3, 6, 12 y 24 horas.  

La salida (c.p)

Esto fue lo mas cerca que estuve del Buendía.


No tenía ningún objetivo ni estrategia previa, pero en el viaje escuché a Manolo que hablaba de un método (Galloway) que estaba siguiendo otro amigo (Javier) y me pareció interesante, así que decidí probarlo yo también, con alguna variación. Hala!, a improvisar un poquillo y con calcetines a estrenar también.

Mi segunda vuelta.


Al ser un circuito más largo que una pista de atletismo, los buenos,  tardan más en doblarte y tampoco se veía el otro lado debido a la vegetación, esto parece una tontería pero te podías pasar mucho tiempo sin ver a nadie como si estuvieras corriendo solo y te lo hacía un pelín aburrido. 

Aquí ya llevaba muchas mas.


Eso sí, cuando te cruzabas con alguien, todo eran ánimos y saludos. Incluso Pedro Serna y Nico, los líderes de la prueba,  siempre tenían una palabra de ánimo cuando te adelantaban , aunque las primeras veces, cuando oía que llegaba Nicolás me apartaba un poco, no vaya  a ser que los rumores fueran ciertos….

Pedro Serna y Nicolás de las Heras (muy majos los dos)

Siempre con una palabra amable.


Terminan las 3 horas quedándonos menos participantes. Yo sigo con mi estrategia y no me va mal, aunque sé que no haré gran marca (digamos que estaba pensando más en carreras futuras). Seguimos cruzándonos, animándonos o charlando en los momentos en que se caminaba, como con Araceli.

Araceli. Subcampeona de las 12 horas.

Rosa. 2ª clasificado cat.

Chusky

Guillermo.


Terminan las 6 horas, siendo ganadora la Stra.Sandoval, que me dobló unas cuantas veces, pero daba gusto verla pasar siempre sonriente. Y en chicos,  Pedro Agustín, otro pedazo de corredor, que lo mismo te gana una carrera que te cambia una rueda.

Alicia Antón. Campeona de las 12 horas.

Alberto Plazas y Pedro Agustín, campeón de las 6 horas.

Isika Sandoval, siempre sonriente y volando(literalmente). Campeona de las 6 horas.

Parando en el avituallamiento a por un Nestea (la meta se voló).


Misma rutina, caminar y correr el doble. Sigo saludando. A Buendía, que tiene pinta de que lo va a hacer muy bien(a pesar de dormir en el coche), a Manolo, que no descuida la hidratación, a Araceli, a Claire, una británica muy simpática, a Alberto que va como un cohete en la prueba de 12h y como el roce hace la amistad, empiezo a saludar a otros compañeros que no los conocía de antes.

El mákina de Buendía. Subcampeón de las 24 horas.

Cesar, un chaval muy majo que conocí en persona aquí.

Este no se quién es.

Manolo, incombustible.

Vaya par!. Que buenos son los dos .....


En estas carreras se piensa mucho y uno de estos pensamientos es en el viaje de vuelta, que si los tres que hemos venido juntos no dormimos, quien va a conducir? Porque hay que volverse justo al terminar. Y se me ocurre que como yo no busco ningún objetivo y mis compañeros si, “sacrificarme” por el bien común y cuando llegue a las 12 horas irme a dormir y cuando me despierte hacer lo que quede de carrera. Se lo comento a Manolo y le parece bien el plan. Ok, decidido y sigo corriendo más relajado el “problema” resuelto.

Detrás de Alicia algo preocupado.



Sobre las 22h la organización nos prepara pasta. Yo hasta ese momento solo había comido unas pequeñas bolsitas de frutos secos que había en el avituallamiento e iba con más hambre que el que se perdió en la Isla, así que, en uno de los pasos por meta cojo un plato y me siento tranquilamente a comérmelo, sentándome de maravilla.

Inicio la carrera de nuevo con la misma rutina que he llevado desde el principio y cuando se va acercando la hora de irme a dormir, me encuentro tan a gusto  que decido cambiar el plan y pararme cuando llegue a los 100 kms, en vez de a las 12h. Además se estaba mejor  corriendo de noche que de día, sin nada de frío ni de aire. Llegan las 00.00, los corredores de esa prueba nos dejan y yo sigo corriendo tres horillas más hasta que llego a los 100 kms según el control de contra meta.  En la zona de avituallamientos, le comento a Andrés (control de tiempos) que me voy a dormir, que no se asusten si no me vuelven a ver pasar. Entro en la carpa habilitada para corredores, me pongo una térmica de manga larga, me echo al suelo usando de almohada mi bolsa de deportes y al instante me quedo dormido.

Abro un ojo y veo claridad, no sé qué hora es y pregunto en voz alta. Una voz contesta que son las 7.30, hago un rápido cálculo, si salgo ahora me quedan casi 5 horas…, me da un poco de pereza pero ya que estoy vestido habrá que ponerse a correr un rato. Me levanto y al salir de la tienda doy los buenos días a Alberto Plazas y Pedro Agustín que se sorprenden un poco al verme. Me voy para la meta y le digo a Andrés que vuelvo al ruedo de nuevo, viendo que a pesar de haber dormido 4 horas solo he perdido 3 puestos, del 15 al 18, me acerco al avituallamiento donde hay donuts (años hacia que no me comía uno) y tras el desayuno, me pongo a correr, bueno, lo intento, porque al principio tenía las piernas tan tiesas que parecía Chiquito.

Recién levantado. Solo me quedaban 5 horitas más.


Y lo que son las cosas…, cuando me caliento empiezo a correr casi con normalidad y a estas alturas, prácticamente soy el único que lo hace, comenzando a adelantar y doblar al resto de mis compañeros. Una situación un poco extraña, que casi me daba corte (ellos llevaban más horas en pie) y encima el público, que por ahí estaba tan temprano, me aplaudían al pasar como si el bueno fuera yo y me acababa de levantar….

Las dos horas y media siguientes las hice corriendo sin parar, me encontraba muy fuerte (como para no estarlo) y aunque podía haber continuado algo más,  decidí seguir probando el nuevo método.

Ya quedamos muy poquitos corredores y vas coincidiendo menos. En una vuelta Buendía me comenta que va segundo, teniendo controlado al tercero. Está haciendo un carrerón. Manolo Rico sigue incombustible también y Pedro Serna, aunque ha aflojado un poco sigue en primera posición y así terminará.

Pedro Serna terminando la prueba. Campeón de las 24 horas.

No he dicho antes que era incombustible?.

No se porqué le pongo tanto con lo mal que me cae.


Corredores  que ya han terminado sus pruebas están por ahí animando y al ser un parque público, mucha gente que a esa hora está paseando, también anima, algo que se agradece bastante después de tantas horas en danza.

Queda ya muy poco para finalizar  y te dan un palito con tu número de dorsal para que cuando suene un segundo disparo (señal de que son las 12.00 a.m y de que la prueba ha finalizado) lo dejes en el suelo donde estés. Yo voy calculando para que no me pille muy lejos y cuando veo al pasar por meta que queda un minuto me quedo parado junto a mis amigos murcianos esperando con ellos a que sonara el disparo.

 Fin de la prueba y de mis primeras 24 h.


La verdad es que aunque hice menos kilómetros de lo que me hubiera gustado, terminé contento por la nueva experiencia y estrategia. La próxima vez me la tomaré un poquito más en serio.

Al terminar y después de ducharme  fuimos a la entrega de trofeos aprovechando también para despedirnos de nuestros amig@s   y

Alicia Antón y Araceli Guerra. Podium 12 horas.


Podium 6 horas masculino. Pedro Agustín, Javier Calabuig y Eduardo Gomez.

Podium femenino 6 horas. Isabel Sandoval y Dolores Pérez.

Podium 24 horas. Pedro Serna, Jose Antonio Buendía y Oscar Dominguez.


después de picar un poco en un bar cercano salimos con dirección a Murcia. Yo conduciendo y mis amigos durmiendo pero a las 3 horas tuvimos que parar a tomar un café porque a mi se me cerraban los ojos y a quién nos encontramos en la cafetería de la gasolinera?, al otro grupo de murcianos. Acho!! Si es que están por todas partes.

domingo, 22 de agosto de 2021

PT281+ 2021

 

Perfil carrera.   

Fotos Paulo Nunes, Agnelo Quelas, Rafaela Diaz, Rubén Fueyo, Joao Delgado y mías. 

Cuando la terminé hace 2 años me pareció una carrera durísima. Este año la he vuelto a hacer y me ha parecido más dura incluso. Como le dije a una amiga, es casi inhumana y no se la recomendaría a nadie. Pero pasan los días y es increíble como funciona el cerebro, esa dureza se va diluyendo y lo que más recuerdas son los buenos momentos y os aseguro que fueron muchos.

Tenía ganas de repetirla sabiendo bien a lo que me enfrentaba,  aunque el recorrido tenía algunas variaciones con respecto a la edición en la que yo participé (los primeros 82 kms y los 23 últimos eran distintos). Esperaba bajar algunas horas mí tiempo y creo que lo hubiese hecho con el otro track pero no me esperaba que estas “nuevas partes” fuesen tan duras. Aún así, lo mejoré y acabé muy contento.

Volveré?, seguramente. Ya casi no recuerdo “lo malo” y siento la necesidad de vez en cuando de hacer cosas así. Estar 3 días aislado del mundo real, olvidando los problemas, sin nada más en que pensar, solo en llegar al siguiente avituallamiento. Corriendo por un bonito entorno y disfrutando junto a unos pocos locos más de esta intensa experiencia.

Y si tengo buenos recuerdos de la carrera, los tengo también del viaje y la estancia, y aunque antes he dicho que no se la recomendaría a nadie, también digo que si la haces, será una de las experiencias que con más cariño recordarás, sobre todo sin vas bien acompañado.

 El viaje no empieza muy bien, ya que el mismo día estoy a punto de anularlo por un problema familiar. Asunto solucionado y con algo de retraso salimos Buendía y yo rumbo a Albacete para unirnos al último componente del trío. Lo recogemos, Mónica (su mujer) nos dice que lo cuidemos (qué graciosa) y nos vamos dirección Portugal.

Repostando


Como es la hora de comer, decidimos parar en un sitio de Ciudad Real y así después hacer el viaje de una tirada, cosa que hacemos. Viaje muy entretenido, hablando de muchas cosas, incluso de correr, hasta que llegamos por la tarde a Provença a Nova y al bonito hotel donde nos vamos a alojar, un hotel con encanto, ideal para ir en pareja.


Hotel con encanto.


En la piscina de hotel



Cuando llegamos, chek-in y contactamos con Silvia Amodio, una gran corredora uruguaya, a la que Miguel por mediación de Paco Robles le iba a facilitar unos bastones (así no tenía que facturarlos en el avión desde Barcelona). Se nos une y nos vamos los cuatro a recoger el dorsal muy cerquita de nuestro alojamiento y después nos sentamos a tomarnos algo al lado de Paulo, el organizador. 

Buendía, Sonia(organizadora) ,Miguel, Silvia and I



Al rato aparece Luca Papi con su familia y una corredora francesa de la que comentan que sería la ganadora de las mujeres (al final lo fue también de los hombres). Esperamos a que llegue Rui Pinho, un amigo portugués que al igual que Miguel esta sería su 6ª participación y nos vamos los 5 a cenar a un pequeño restaurante italiano. Y ahí estoy yo, que apenas ceno habitualmente, intentando dar cuenta de una enorme pizza. Mis compañeros no tuvieron el mismo problema y pasamos una agradable velada.

Nuestra cena.





De vuelta al hotel, toca decidir cómo repartimos las dos habitaciones para los tres. Estos quieren dormir conmigo (es lo que tiene ser tan atractivo), así que nos lo jugamos a los chinos, ganando Buendi (que bien juega el cabrito), que elige quedarse una para él y Miguel y yo en la otra.

Al día siguiente nos levantamos sin madrugar mucho, desayunamos y nos vamos al lugar de los dorsales a dejar las bolsas para las 7 bases vida que hay en la prueba. Volvemos, dejamos la habitación y llevamos  nuestras cosas a una sala que el hotel había habilitado para todos los corredores que se hospedaban allí, pudiéndolas dejar allí hasta el domingo.

El desayuno

Provença a Nova vista desde el hotel


Un autobús nos recogerá a las 14.00 h para llevarnos a Belmonte, ciudad desde donde se dará la salida. Durante la espera aprovechamos para ir de nuevo a comer al restaurante italiano e invitamos (los españoles somos así) a que nos acompañe  una simpática corredora rumana que había venido sola, Eva. Corredora que nos deja alucinados con lo que nos cuenta, cada 5-10kms se fuma un cigarro y ha dejado cartones en todas las bases vida (nos enseñó las fotos). Cada uno tiene su estrategia.

Vuelta al hotel y a esperar, ya vestidos, (vestidos de correr, I mean) junto a los demás corredores a que vengan a recogernos. Descansando algunos en sillas, otros en sillones y alguno que otro por el suelo.

Es lo que peor llevo, tantas esperas…

Esperando al autobús.
Preparado para la aventura.

Con Luca Papi.

Con Claire, la ganadora de la carrera (a ver si se me pegaba algo).


Por fin. Autobús y tras un largo trayecto en el que voy algo adormilado, llegamos a los pies del castillo desde donde se dará la salida, una hora más tarde (otra cosa no sé, pero castillos en Portugal tienen para regalar).

Castillo de la salida y Buendia como siempre en medio.

Un lugar muy bonito.

Qué buena pareja hacemos....

Mira el Buendi que tranquilo.


Aquí aprovecho para saludar a mas amigos, como a Jaime, un tío muy majo de Huelva, Jerome un amigo de Estrasburgo, algún portugués que no recuerdo su nombre y a Toti, con el que charlo un ratito y que le veo con ganas (hizo muy buena carrera).

Y tras una larga espera, dan la salida. Todos muy juntos emprendemos esta aventura. Bajamos del castillo y nos metemos por caminos de arena. Estos primeros kilómetros los comparto con Miguel, Buendía y Jaime, charlando animadamente. Luego cada uno empieza a coger su ritmo y nos vamos separando, quedándome solo.

La salida. Por ahí en medio voy yo.


Recuerdo que hace algo de calor y voy bebiendo más de lo que suelo hacer y también tengo la sensación de tener polvillo en el paladar de los caminos de arena. Dejamos esos caminos y subimos por una larga carretera hasta que llegamos a la bonita fortaleza de Sorthela. Mis sensaciones no son buenas, tengo el cuerpo en modo sedentario y me apetece de todo menos correr, de hecho, reconozco que si anulan ahora la carrera me alegraría, aunque también sé que esto es pasajero y que llegará un momento en que me encontraré muy a gusto corriendo.

Llegando a Sorthela


El grupo se ha ido estirando y aunque voy solo, de vez en cuando contacto con algún corredor y vamos un rato juntos. Voy corriendo siempre en las partes llanas o hacia abajo esperando que el tiempo vaya pasando y me vengan las buenas sensaciones. No recuerdo mucho más de esta parte, solo que llegando ya a Sabugal, se hizo de noche. Km.35.3 en 5h 03’.

 Aquí me encuentro al entrar con mi amigo Buendia que está comiendo. Para mí de momento es pronto  así que únicamente bebo algo de refresco de piña y de naranja, me siento unos minutos y salgo sin entretenerme mucho más.

La zona que viene es bonita y eso que la pasé de noche. Llego a un pantano coincidiendo con Jaime y Buendía pero me despisto un poco y los pierdo. Vuelvo al trazado y corriendo por donde se puede voy bordeando el pantano iluminado por una gran luna llena. Al fondo veo luces de corredores y poco a poco me voy acercando a ellos, resultando ser otra vez mis  amigos. Un ratito con ellos y como su ritmo es mejor me vuelven a dejar atrás.

Perfecta la compañía.


Por donde estamos es la Sierra de Malcata (me hubiera gustado pasar por aquí de día). Empiezo a bordear otro pantano. Dos corredores se me acercan y cuando están a mí altura ven mi camiseta del GTP y me lo dicen. Ellos también son madrileños, muy majos ambos y han participado en esa carrera, de hecho, la noche siguiente los veré de nuevo con mi misma camiseta azul. Comparto un pequeño tramo con ellos y después con otro par de corredores portugueses muy simpáticos, van conversando conmigo y yo les digo a todo que sí, porque no me entero de nada. Y empiezan las subidas que no me esperaba, subidas duras y luego bajadas y vuelta a subir (y yo sin bastones). No sabía que esta parte era así, pero la estoy haciendo bastante bien, imagino que tantos años de carreras de montaña han valido para algo.

Aún no me encuentro muy a gusto, sigo en modo sedentario y “me cuesta” avanzar.

Otra vez en soledad, dejo el monte y empiezo a ir por una pequeña carretera en medio de la nada, solo rodeado de vegetación y rocas. Me pongo a correr y a disfrutar de ese silencio, únicamente iluminado por la luz de la luna.

No me acuerdo mucho más de esa noche ni de cuando se me hace de día. Mi siguiente recuerdo es el de ir por un bosque corriendo por una cómoda pista cerquita ya de Penamacor. Cojo un desvío hacia la izquierda cuesta abajo y una corredora me llama desde el cruce de arriba diciendo que me he equivocado, pero sé que voy bien y se lo comento. Cuando se acerca a mí me doy cuenta de que es Silvia y va a acompañada por otras dos corredoras portuguesas. Me pongo a charlar con ella y me dice que tuvo un pequeño desmayo en Sorthela pero que se recuperó y a pesar de que el médico de carrera la aconsejó no seguir, ella prefirió no hacerle caso y continuar. Le pregunto por nuestra otra amiga Eva, la chica rumana y me comenta que ha estado un rato con ellas y fumando… (algo que no le gustó a la chica Portuguesa, según me dijo algo enfadada).

Al fondo vemos Penamacor. Desde aquí empezó la edición anterior en la que yo participé. Cruzamos una carretera y empezamos a subir por sus calles (en todos los pueblos había que subir) y tras algún que otro despiste de los cuatro, llegamos al avituallamiento que está situado en una carpa. Km.80.5 en 13h40’.

Al fondo Penamacor con Silvia a la derecha.


Me siento tranquilamente a desayunar lo que había dejado en mi bolsa, leche de arroz con café y pan con aceite. Descanso unos minutos y me marcho despidiéndome de Silvia que prefiere quedarse un rato más.

Desayunando junto a Silvia y otros corredores.



Aquí hay menos campo y más carretera. Voy por el arcén y me alcanzan dos corredores portugues muy majos con los que voy casi charlando un buen rato. Ellos siguen caminando y yo aprovecho los tramos tramos llanos y cuesta abajo para ponerme a correr, esa era mi estrategía hasta que tuviera fuerzas.

Les esperé para ir acompañado un rato.


 Aproximadamente 1 hora después de salir de Penamacor, Silvia me alcanza. Va con muy buen ritmo, me saluda y dice que va a aprovechar que se encuentra bien y seguir corriendo. Yo creo que es pronto aún para exprimirse tanto, pero ella se conoce mejor que yo.

Empieza a hacer más calor y ahora no hay apenas sombra pero de momento voy bien. Recuerdo que antes del siguiente avituallamiento, casi por la mitad, más o menos, vamos a pasar por un bonito pueblo llamado MontSanto. Voy corto de agua y empiezo a tener bastante sed (algo raro en mí). MontSanto se ve allí al fondo, en lo alto. Sigo recto por un camino con un ligero descenso y cuando casi estoy llegando a la carretera me doy cuenta de que el GPS dice que por ahí no es y tengo que volver atrás un par de kilómetros para tomar un camino que sale hacía la derecha. Y en vez de ir en línea recta al pueblo se va alejando, primero hacía la izquierda y después hacía la derecha dando un pequeño rodeo y saliendo justo al mismo sitio de la carretera donde antes me tuve que dar la vuelta, si es que…

Miguel en la dura subida a MontSanto.


Cruzo la carretera y sigo por otra rodeando MontSanto. Ya no llevo agua y tengo bastante sed, estoy deseando llegar para buscar algún bar y comprarme algo. La carretera empieza a subir hasta que en un punto hay que dejarla y  tomar un camino que ahora sí, te lleva en línea recta  hacia el pueblo por una empinada (c.p.) subida, llegando tras algún que otro despiste más, por fin al pueblo, con más sed que el que se perdió en la isla. Veo una oficina de turismo y entro a preguntar dónde hay un bar (también están para esto) y la señorita muy amablemente me indica donde está. Cuando llego hay varios corredores sentados a la sombra, creo que algunos se han retirado por lo que escucho. Entro en el bar y cae una coca cola, un helado, un nestea y una botella de agua. Descanso un ratito y sigo camino bastante recuperado.

Lo bien que me sentó.


Está parte no es tan dura como los primeros 80 kms., que he de decir, me sorprendieron mucho por su dureza, con un desnivel y unas subidas que no me esperaba. Ahora voy alternando caminos donde se puede avanzar bastante con tramos de carretera.

Uno de estos caminos sale a una nueva carretera principal que hay que seguir hacia la derecha con cuidado por el arcén. Penha García se ve a lo lejos, a unos 5 o 6 kilómetros. Voy corriendo tranquilamente y veo que delante de mí a unos 200 metros para un coche. Cuando estoy a su altura, se abre la puerta y baja una mujer con una botella de agua en la mano ofreciéndomela. Me quedo algo sorprendido y solo me sale decirle; está fresquita, gracias. Me contesta con una bonita sonrisa y se marcha. Cómo no voy a querer repetir carrera con estos detalles…?

Por la derecha se va a Penha García.



Cerca de la curva paró el coche



La vistas preciosas, como en casi todos los pueblos.

Por detrás del castillo había que bajar.


Sigo por la carretera y casi llegando  a Penha, sale un camino a mi izquierda que hay que tomar para entrar al pueblo bordeándolo y subiendo (vamos, lo habitual). Paso al lado del castillo y a pesar de que esto me suena, tardo en encontrar la ruta que baja por “detrás” y tras callejear un poquito llego al avituallamiento que no está en sitio cerrado sino al aire libre. Km.121,5 en 22h50’.

Veo que está Jaime con su mujer y una pareja de corredores portugueses que  están haciendo de momento la carrera juntos, Adelaide y Sergio, muy majos los dos. Estoy con hambre y doy buena cuenta de una ensalada y un puré típico de aquí sentado en una gran mesa donde da un poquito el sol. Jaime y los portugueses se van y yo un poquito más tarde justo cuando llega mi amigo Rui.

Mi comida en este avituallamiento

La sombra estaba ocupada.


Este tramo también es de los fáciles, llanito y por camino. Un buen rato después de salir del avituallamiento me alcanzan y adelantan 3 corredores, Jaime, Sergio y Adelaide. Extrañado les pregunto y me dicen que nada, que se habían perdido (otra cosa muy habitual aquí).

Sigo mi camino y un buen rato después, sabéis quienes me vuelven a alcanzar y adelantar?, si (sé que mis lectores son muy listos), solo que esta vez no iba Jaime. Les vuelvo a preguntar y riéndonos los 3 me vuelven a confirmar otra pérdida.

Adelaide y Sergio, muy simpáticos ambos.


Empieza a oscurecer. Por esta parte hay alguna granja y casas aisladas, con sus animalitos y sus  perros. Que no pasa nada si están atados o encerrados pero un par de ellos, un mastín y uno chiquitín no lo estaban y menudo susto me dieron saliendo detrás de mí ladrando pero no pasó nada, aparte de un amago de infarto. Sigo mi camino, pasando por más casas aisladas y por los ladridos que escucho a lo lejos sé que tengo a algún corredor cerca por detrás. Muy al fondo se ven las luces de un pueblo que por las horas que llevo corriendo tiene que ser Idhana a Nova. Un pequeño despiste con el GPS metiéndome hasta casi la cocina en una granja y ya de nuevo en el track correcto, empiezo a bajar por una carretera llegando al  Santuario de Nossa Senhora do Almortão, desierto a esas horas de la noche, con  algún coche aparcado, imagino que con novios dentro charlando de sus cosas.

Continúo corriendo por la solitaria carretera, siempre en bajada. No llevo puesto el frontal ya que con la luna se ve bastante y bien y lo prefiero. Las luces de Idhana se ven al fondo y en lo alto, o sea, que cuando llegue al final de la carretera toca de nuevo subir. Y llego al final. Cambio de carretera cogiendo otra a mi derecha, cruzo el puente de un río y comienzo la subida, casi vertical por una especie de camino antiguo, medieval. Joer, de verdad, estoy harto de tanta subida…. Ya arriba camino tranquilo por las desiertas calles. Estoy algo cansado y con sueño así que cuando veo un banco aprovecho para sentarme unos minutos adormilado. Veo pasar a Rui y le sigo hasta el avituallamiento. Km.154, en 29h43’.

Como un poco de garbanzos y en vez de coca cola, refresco de piña y naranja. Veo que tienen una sala con ats y me acerco a que me miren unas pequeñitas ampollas que tengo en los lados del talón, aprovechando también para poner el móvil a cargar. Una vez curado y descansado salgo para pasar mi segunda noche.

Una noche menos.

Un amanecer más.


El siguiente recuerdo que tengo es ir por una recién asfaltada carretera, un poco más ancha que un carril bici y encontrarme de nuevo con Rui, o él me encontró a mí, la verdad es que no lo sé. Vamos caminando en silencio y hace algo de frío. Le comento que tengo algo de sueño pero ahí es complicado parar. Él se fija en una especie de canaleta de cemento con algo de vegetación que va pegada a la carretera para cuando llueve y dice de meternos ahí a dormir 10’. Yo, tengo tanto sueño que me da igual donde y ahí me tumbo apoyando mi cabeza en mi brazo y este en el asfalto y a pesar de “algo” sospechoso que noto corretear por una pierna, me duermo, no sé si 2 minutos o 9 porque enseguida me llama para que prosigamos.

Rui Pinho.


Se nos une otro portugués y vamos los tres charlando, bueno ellos dos, porque yo sigo sin enterarme de nada. Me encuentro con fuerza y me pongo a correr alejándome de mis compañeros. Recuerdo esta parte, el año pasado por aquí me salté un desvío e hice 4 kms de más (2 ida, 2 vuelta). Llego al desvío y me lo vuelvo a saltar pero esta vez solo 50 metros (y el año que viene me volverá a pasar, me conoceré yo…) alcanzándome de nuevo mis amigos. Ruí ve otro sitio más “acogedor” que el anterior y propone echarnos otra mini siesta, pero yo estoy bien y prefiero seguir, además me sigue apeteciendo correr, quedándose ellos dos solamente. Llego a un cruce y no sé porqué (bueno, si lo sé) me meto por donde no es empezando a subir una larga cuesta y cuando llego arriba veo que no tiene salida con una buena caída si intento bajar por el otro lado adelantando. Estoy dando vueltas como un tonto y al final descorro lo corrido (c.p) y vuelvo al cruce donde vuelven a aparecer mis compañeros. Rui se ríe de mí cuando me ve aparecer y le cuento lo sucedido (con razón). Un ratico con ellos y me vuelvo a ir, dándome cuenta de que el recorrido no es el mismo que yo hice aunque las etapas sean las mismas.


Llego a Lentiscais, subiendo claro está, aunque aquí no hay castillo. Km. 197, en 40h33’.

Avituallamiento de Lentiscais.


El avituallamiento no está en el mismo sitio y me cuesta encontrarlo, necesitando la ayuda de alguna persona. La hora en la que llego coincide con el desayuno así que me pongo a ello. De nuevo leche de arroz con café y pan con aceite. Estando allí veo a una de las corredoras portuguesas con la que coincidí al principio, se acuerda de mí y me hace de asistenta (un encanto). Desayuno, me echo vaselina, descanso unos minutos y me marcho para hacer la etapa que más gente teme porque pasa por el que llaman Valle de la Muerte debido a las temperaturas que suele hacer ahí y son casi las 12 a.m. o p.m.?, bueno, al mediodía, cuando salgo del avituallamiento.

Me acuerdo muy bien de este tramo cuando lo hice hace 2 años, fue el que mejor se me dio y en el que más corrí aunque lo hice por la tarde. Salgo de Lentiscais por la carretera principal, estoy fuerte y comienzo a correr por su arcén. Hace calor pero hay una ligera brisa con la que me siento muy a gusto. La carretera tiene alguna que otra buena subida pero no me pongo a caminar, únicamente lo hago cuando el brisa se quita porque el calor es casi insoportable. 

Casi llegando al Valle de la Muerte.


Sigo por la carretera, muy al fondo veo una casas y sé que es por ahí. Cuando llego a su altura me salgo del arcén, no necesito ni mirar el GPS y me adentro en el Valle. Paso por el primer bar donde paré el año pasado y veo allí a la mujer de Jaime con un amigo, nos saludamos y sigo corriendo para entrar en la parte más “complicada”. 

Entrando en la parte más "caliente".


Esta foto creo que no va aquí....

Recuerdo que más adelante hay más casas con otro bar (yo es que soy mucho de bares). Sigo corriendo, siempre que haya brisa. Llego al famoso árbol que sale en algunas fotos, me inmortaliza Joao y sigo adelante viendo las casas ya al fondo a mi izquierda. 

La típica foto de esta carrera.


Hago un giro y para mí sorpresa me encuentro una furgoneta con Paulo, el organizador. Me ofrece agua y coca cola fresquita que acepto encantado y tras unos segundos de charla, continúo. Llego a las casas y veo apoyado a la sombra a mi amigo Buendi, yo no le veo buena cara pero él me confirma que está bien.

Dudo un poco de lo que me dice pero como insiste y además acaba de llegar otro corredor que le puede acompañar, le comento que yo me encuentro fuerte y que voy a seguir corriendo. Nos despedimos y me anima a seguir. Paso por el segundo bar dejando la zona habitada y comenzando de nuevo a ir por campo. 

 

Un poquito antes ví a Buendi. Dejando la zona habitada.

Ya he dicho que recuerdo muy bien esta etapa y me extraña cuando el track me lleva hacía la izquierda en vez de a la derecha y me hace subir por un gran campo regado por un pívot. Sigo corriendo y sigo alejándome del destino. En un punto el camino me mete por un bosquecillo  donde hay otro coche parado con una pareja muy simpática que me ofrecen un bote de coca cola (al final me acabará gustando). Mas camino, mas bosque, mas sube bajas y por fin empiezo a ir hacia la derecha hasta que comienzo a oler un olor algo desagradable que también olí en el 2019 y sé que estoy llegando al pueblo (una fábrica de no sé qué). Paso pegado a la fábrica en bajada y cruzo un puente siguiendo por una carretera a mi izquierda. Creía recordar que el avituallamiento estaba más cerca pero no, aún tardo unos 3 kilómetros en llegar a la playa fluvial de Vila Velha de Rodao. Atravieso un pequeño puente de madera y entro en el recinto donde hay bastante gente pasando el día. Me acerco al restaurante y me dicen que ahí no es, que tengo que seguir más arriba a una especie de merendero cubierto. Km 228,3 en 47h46’.

La bonita entrada a la Playa Fluvial.

El avituallamiento. En frente del chico de amarillo me senté yo.


Lo primero que hago nada más llegar es acercarme a una chica de la cruz roja y pedir “cita” para unas molestias que tengo en un dedo del pie. Después voy donde la comida y de todo lo que tienen elijo espaguetis sin carne, solo con aceite de oliva y algo más que no recuerdo. Termino de comer y voy a que me miren ese principio de ampollas, atendiéndome fenomenal y aprovechando esos minutos en la camilla para descansar y cargar el móvil. De vuelta a la mesa donde he dejado mis cosas, como otro poquito y justo en ese momento entra Buendía (pensaba que le tenía más lejos). Me dice que lo va a dejar aquí, me quedo mirándolo sorprendido y le comento que estamos en el km.230 que “solo” quedan 50 para meta y 15 horas para realizarlo, tiempo de sobra, que casi se puede hacer paseando. Me insiste en que ha “desconectado” y que se queda y yo le insisto en que se arrepentirá, que quedan solo 50 kms y que ya está casi hecho. Se queda pensativo unos segundos y me dice que ok, que continua. Perfecto, me despido de mi buen amigo y salgo tranquilo para hacer esos “fáciles” 50 kilómetros.

Subo por una carretera y llego como a la entrada de una autopista con  varias opciones a seguir y  aunque lleve GPS es complicado acertar a la primera. Estoy parado y se detiene a mi lado una moto, me pregunta si soy de la carrera, le digo que sí y me indica por donde han ido antes otros corredores. Yo pienso que es de la organización pero es un “amable desconocido”. Sigo por donde me ha indicado pero vuelve a ver más opciones y me vuelvo a parar, el motorista, un chico joven,  se  vuelve a acercar y me dice que espere ahí, que va a “buscar” a los otros corredores para asegurarse por donde es y eso hace, volviendo a los 2 minutos e indicándome por donde debo seguir. Yo alucino con la gente aquí, cómo no voy a querer volver!!!.

No estoy muy seguro de que Buendía me haya contado la verdad y pregunto por whatsaap a Sarah, una amiga común de ambos que nos sigue online y que me ayudó con sus mensajes a llevarlo mejor  en algunos momentos de "soledad", si Buendi al final había abandonado o seguía en carrera, me comenta que lo va a mirar y al ratito me llega su confirmación de que le tengo por detrás a tres kilómetros. Ahora sí que me quedé tranquilo.

Esta parte me gusta a pesar de que es carretera porque hay unas vistas muy bonitas  y se va pasando como por pueblecillos, cruzándome con gente y familias paseando, saludándonos mutuamente y haciéndome más entretenido el viaje. Empieza a anochecer, voy pensando en mis cosas y me vuelvo a saltar un desvío que te sacaba de la carretera siguiendo un kilometrillo más. Hala!!!, a descorrer otra vez lo corrido (c.p.)

No me suena absolutamente nada de esta parte del recorrido e imagino que es porque han variado algunas cosas. Queda poco para llegar al último avituallamiento y no me meto por ningún bosque ni subo por ninguna pista como hice en su día (casi mejor). Muy a lo lejos veo luces e intuyo que me estoy acercando a Montes da Senhora, miro el GPS pero las distancias no me cuadran, supongo que es por las veces que me he perdido y no sé exactamente lo que me queda. Aparece la luna, algo que agradezco ya que así no necesito hacer uso del frontal, bueno,  a no ser que el terreno sea algo complicado y vaya corriendo.

Llego a Montes. Digamos que en un reloj yo estoy en las 4 y tengo que ir a las 2, bueno pues hay que hacerlo por el camino más largo y empiezo a bajar por una carretera a mi izquierda y abajo del todo (a las 7) se empieza a subir yendo hacia la derecha. Es lo que peor llevaba, el saber que estoy tan cerca y los rodeos que se daban para llegar al destino. Entro ya en las calles de este bonito (como todos) pueblo y en un local de una plaza está la base vida con algún que otro corredor dentro comiendo o descansando. Km 255,1 en 54h07’

Nada más llegar un amable señor me ofrece comida y por mi cara ve que no me apetece mucho lo que tienen, se va a la cocina y vuelve para ofrecerme otra cosa (me vio pinta de vegetariano), que acepté encantado. Dos chicos jóvenes me hicieron de asistentes, cogiendo mi mochila, rellenándome el agua…, te hacen sentir “especial”. Cuando terminé de comer y aunque no tenía nada de sueño para haber dormido apenas solo 10’ en 3 noches, decido echarme un rato encima de unas sillas que junté, avisando antes al amable señor de que me despierte a la 01.00 (eran las 12.35) y puntualmente a esa hora me despierta. Me coloco bien mis cosas y salgo a pasar mi última noche, otra vez,  en la mejor de las compañías, la luna.

No me ha sentado bien ni la comida ni el pequeño sueño que me he echado y espero que este malestar no vaya a más. Aquí creo que no acerté. Y encima en esta parte me encuentro con alguna subidilla  que no me esperaba. Me ayuda a llevarlo mejor coincidir de vez en cuando con otro corredor, cruzamos alguna palabra dependiendo del idioma y seguimos nuestro camino.  Por fin el terreno mejora coincidiendo con el amanecer y mis sensaciones también. Voy paralelo a una carretera por un sendero y de pronto aparece un coche al otro lado y su ocupante empieza a gritarme que por ahí no es. Miro mi GPS y está claro que por aquí si es. Más adelante el sendero enlaza con la carretera y aparece el coche de antes diciéndome lo mismo, que voy mal. Le digo que no, enseñándole el GPS. Mira mí número de dorsal, habla con la organización y acto seguido me pide disculpas (parece ser que alguno iba perdido y lo estaban buscando).

Yo me encuentro mejor y aprovecho para ponerme a correr ahora  que el terreno favorece hasta que la carretera gira a la derecha y empieza a subir. Miro el GPS y veo que Provença a Nova la tengo detrás y creo que estoy yendo en dirección contraria (paranoias de no haber dormido). Estoy un rato dando vueltas intentando orientarme y decido llamar a Pedro, el chico que nos controla online, que me confirma que voy bien y hay que dejar atrás Provença ya que la meta este año está en la Praia Fluvial de Adeia Ruiva. Sigo por la carretera bastante cansado, según el GPS tendría que haber llegado ya, pero aún me queda un buen tramo.

Comienzo a bajar, me pongo a correr animado pensando que ya estoy cercapero tras varios kilómetros con el mismo paisaje y sin tener pintas de que cambie, decido ponerme a caminar desesperado, aparte creo que no bajaré de 60 horas, por lo que  me lo empiezo a tomar con más calma y  a disfrutar del bonito paisaje. Voy por una especie de valle con mucha vegetación y con nada de tráfico a esa hora. Cruzo al otro lado y sigo a buen paso bajando hasta que me encuentro a otro de los fotógrafos de la organización con el que he coincidido varias veces en estos 3 días, saludándote por tu nombre. Me confirma que queda ya muy poco y que al final me encontraré con una corta pero dura subida. Lo primero no era muy cierto porque quedaba más de lo que me hizo pensar pero en lo segundo no me mintió. Dura y empinada (con perdón), menos mal que cortita.

No es cabreo, solo cansancio.

Mis amigos muy cerquita ya de la meta.


Ahora si me pongo a correr. Empiezo a ver zona habitada y en vez de seguir por el arcén, no sé porqué?, me salgo a callejear por unas casas, volviendo más adelante a la carretera dando un bonito y pequeño rodeo (yo soy asín). Al fondo veo la entrada a la Playa Fluvial y corriendo entre los aplausos de corredores y acompañantes que hay por allí, entro en meta. Cansado, muy cansado pero contento, aunque por la foto no lo parezca.

Km.281 (293 o 290 según que GPS) en 61h 26’.

Mi llegada a meta.

Miguel Angel Lara.

Jose Antonio Buendía.

Silvia Amodio.

Rui Pinho.


Una guapa señorita me da la medalla, Paulo la camiseta de finisher y me comenta que cuando quiera me lleva de vuelta al hotel, que coma algo antes y descanse un poquito. Y justamente eso sucede, acercándonos Sonia, a otro corredor y a mi, al hotel.

Ya en el hotel descanso hasta que vuelven mis compañeros y por la tarde con la ceremonia ya empezada, bajamos a celebrarlo junto a los demás corredores pasando una muy agradable velada.

Celebración de la carrera junto a los demás corredores.

Compartiendo mesa con unos amigos catalanes. No amenazaba, solo señalaba (Buendi.)


Gracias Miguel Ángel y Buendía  los buenos momentos que viví con vosotros, seguramente esta experiencia solo hubiera sido muy diferente (y quizás mejor 😅) . También quiero agradecer a todas las personas que en la distancia me siguieron, apoyaron, me llamaron y me mandaron mensajes, Jesús Molina, Quique, Jan, Luis, Toni, Santi, Sarah y a alguno más. Os aseguro que en muchos momentos duros me vinieron fenomenal y me ayudaron a seguir adelante. Gracias a todos.

Dedicada a Daniel y Claudia.