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lunes, 2 de marzo de 2020

TRANSILICITANA 2020 - 102 KM 2.213 D+



102 KM - 2.213 D+


Después de finalizar los 92k Camino de Caravaca, tanto mi compañero Diego como yo nos quedamos con ganas de repetir en una prueba de estas características (llanita, corrible y con mucho ambiente). Yo conocía la Transilicitana y llevaba tiempo queriendo hacerla, aunque por unos motivos u otros nunca había podido y este año  iría acompañado. El problema era que coincidía en fecha con la Yecla Trail, otra carrera que los dos queríamos repetir, por lo mal que lo hicimos en la pasada edición y también porque es una prueba bastante bonita. Lo pensamos y aunque a mí me hubiera venido mejor para mi preparación del UTMB la de Yecla (por su desnivel) decidimos inscribirnos a la de Elche.
Yo, en alguna cosas soy un desastre (bueno, en muchas) y cuando me quise inscribir, las plazas se habían agotado, (Diego se inscribió con tiempo). Contacte con la organización y nada, no era posible, pero me acordé de mi amigo Pedro (del Grupo Senderista los Tractores), un tío muy majo que conocí en el año 2013 en los 101 de Ronda  (fue el primer hombre con el que dormí), y sabía que él tenía muy buenos contactos. A los pocos días ya tenía mi plaza (gracias de nuevo Pedrito).

El día de la carrera, a las 6, recojo a Diego en su hotel (había venido con su familia desde Valencia a correr y pasar el fin de semana) y antes de las 7, aún de noche, estamos ya aparcados a escasos 100 metros de la salida(c.p.).  Vamos a recoger el dorsal, habiendo muy poquitas personas a esa hora pero con unos voluntarios muy animados y nos vamos a dejar las bolsas para el kilómetro 55. 

Recogiendo los dorsales.



Mientras bajamos tranquilamente caminando por el Paseo de la Estación, nos adelanta por la acera un coche que va marcha atrás con las luces apagadas. Nos quedamos mirando dándonos cuenta de que va sin conductor, Diego sale corriendo y avisamos a las personas que están al final del Paseo sobre el coche y entre mi compañero, otras personas y el conductor que llegó corriendo, logran detenerlo antes de que causase algún percance grave, menos mal que la pendiente era suave…

A punto de vestirnos para la ocasión.

Con mi amigo, el gran Pedrito.
 Volvemos al coche y casi con el tiempo justo nos vestimos para la ocasión, dándome cuenta de que mi botella de agua, la que llevaré durante la carrera,  está en la bolsa que he dejado antes (no he dicho que era un desastre?). Vuelvo a por ella, los voluntarios me dejan subir al camión a buscarla pero es imposible encontrarla con tantas bolsas y uno de ellos muy majo me “presta” una pequeñita suya. Aparte, Diego me compra otra en un bar situado al lado de la salida y por el precio (1.5€ 33cl) debía de ser agua bendita.

Si mirais bien..., detrás del de los brazos en alto estamos.

A puntito de salir.

La que me espera con este individuo...
 Nos colocamos de los primeros en el corralito, nos hacemos unas fotos y puntualmente dan la salida con mucha animación. Los primeros kilómetros son por asfalto saliendo de Elche y nuestro rítmo es algo rápido para ser una carrera de 102kms, bueno, ya habrá tiempo de aflojar.
Cruzamos un gran puente de hierro y bajamos una carretera por un carril bici. Aquí reconozco a un corredor con el que me pongo a hablar, es Eduardo, un triatleta de Santa Pola con el que compartí bastantes kilómetros el año pasado en la Ultra Bosques del Sur, que me confirma que también va a Chamonix este año pero a participar en la TDS. Él lleva un ritmo muy bueno y tras despedirnos, poco a poco, se va alejando.
Dejamos ya el asfalto y empezamos por camino con las primeras subidillas adentrándonos en una de las partes más bonitas de la carrera, pasando por una pequeña presa y un embalse e iniciando una de las dos subidas duras de la prueba que en está ocasión la hago caminando. Digo en esta ocasión porque esta subida ya la había hecho en un entrenamiento de la primera parte (35kms) guiado por Campos, un miembro de la organización y esa vez la hice toda corriendo (esto ya os indica que no era una subida dura, que esto de la dureza es algo muy relativo, como ya veréis más adelante).

En la primera subida.

A mi se me da un poco mejor que a Diego.
 La bajada es bastante cómoda y tras cruzar una pequeña carretera llegamos al primero de los avituallamientos en el que mi compañero se detiene, yo sigo, diciéndole que me adelanto para hacer un pipí. Me detengo a regar un arbusto y continúo corriendo tranquilamente por un camino esperando a que Diego me alcance. Me pego a dos corredores que creo reconocer, les pregunto y si, son ellos, los dos chicos que cuando me golpee la cabeza con una enorme cañería en el entrenamiento que hice, se pararon a interesarse por mí y me acompañaron hasta el final. Se acuerdan de mí y me preguntan por mi cabeza, comentándoles que al final, esa noche, tuve que ir al hospital y que tras varias pruebas me confirmaron que todo estaba bien y que mi tontería era anterior al golpe.

Aún mi compañero no me había alcanzado.
 Sigo con ellos hasta que llego a un nuevo avituallamiento donde sello por primera vez el pasaporte que llevamos los corredores y por fin llega Diego. Como algo de plátano, naranja, relleno el pequeño botellín de agua (el agua bendita la estoy dejando para más adelante) y salgo un poquito antes de que mi compañero termine de avituallarse, alcanzándome un poquito más adelante.
Saliendo del avituallamiento y esperando a Diego(donde estas??)
 Ahora viene  una parte por caminos y pequeñas carreteras. Nuestro ritmo sigue siendo bastante bueno y únicamente caminamos cuando es cuesta arriba. Dejamos el tramo asfaltado e iniciamos una cómoda bajada por sendero y tras cruzar una nueva carretera empezamos a bajar por una especie de barranco. Pasamos por el lugar donde me di el cabezazo, cruzamos por un sendero que va entre cañas y salimos a una carretera que va pegada a la vía del tren. 

Lugar donde tuve el percance entrenando (esta vez no pasé por debajo).


Siguiendo los pasos de mi compañero.

Vamos alcanzando a corredores y con algunos nos ponemos a charlar, Diego es el encargado de las relaciones públicas, no hay ser vivo con el que no hable.
Llegamos al bar Charly, donde está situado el avituallamiento del km.38 y 66. Está bastante animado, con muchas personas esperando a familiares y amigos. Aquí hay pasta para comer pero yo solo cojo un par de sándwich de jamón york y queso con coca cola, sentándome tranquilamente a dar cuenta de ello. Es un avituallamiento muy completo incluyendo una buena selección de dulces. 

Haciendo uso del completo avituallamiento.

Tras comer y descansar lo justo, seguimos nuestra marcha por estrechas y largas carreteras. Este paisaje me recuerda un poco a la PT281 que hice el año pasado, con interminables carreteras un poquito apartadas y algo solitarias, eso sí, aquí la distancia es un tercio de la de Portugal.
Diego se adelanta unos 30-40 metros, me río porque parece que vamos enfadados, llevamos más o menos el mismo ritmo pero él se suele adelantar como si no quisiese ir conmigo (los italianos son muy raritos). En una casa por donde pasa esta carretera nos encontramos con un avituallamiento medio improvisado en el que aparte de un café recién hecho en puchero hay alcohol de todos los tipos, invitándonos el responsable de ahí a que nos tomemos algo, pero es muy temprano para mí y agradeciéndoselo tengo que rechazar la oferta, Diego si se tomó un cafetito.
Seguimos nuestro camino y mi compañero se vuelve a enfadar conmigo y se adelanta unos metros. A mí me está costando mantener el ritmo y le dejo alejarse, me conozco y no voy a forzar porque después me pasa lo que me pasa, ya le cogeré, pienso. Correr tanto tiempo manteniendo un buen ritmo no me va muy bien, necesito algún tramo que me valga de excusa para ponerme a caminar pero en esta carrera es un poco complicado, es tan llanita... 


En una de estas largas rectas me encuentro con una pareja, son dos hermanos del club Los Tractores, Sergio y José Vicente, a uno de ellos le conozco y como Diego se me ha ido, hago esta parte hasta el avituallamiento en el km.46 con ellos. Al llegar al avituallamiento cojo otro par de sándwichs y me siento con Diego que estaba en un banco esperándome. 

Yo es que cuando corro me pongo cariñoso.
 Veo al otro lado, sentado en la acera a Campos, creo que no lo está pasando bien y me acerco a saludarle. Efectivamente, me comenta que ha tenido algún que otro problema por salir algo rápido y esto le ha pasado factura vomitando varias veces. Me despido de él deseándole que se recupere y junto a Diego salgo de nuevo en busca de la playa por la que tenemos que pasar.
En esta parte hay bastante carretera, cuesta ir tanto tiempo corriendo pero es bueno avanzar lo máximo posible ahora que vamos con fuerza para cuando el terreno se vuelva más complicado.
Esta zona reconozco que es algo feílla, mucha carretera, arcén, caminos sin mucho que ver…, y por fin llegamos a la playa, que yo soy más de montaña pero por lo menos se agradece que el paisaje cambie un poco. 

Disfrutando del bonito paisaje (aunque yo soy más de montaña).

Él es más de playa.
 Intentamos pegarnos lo más posible al agua buscando un terreno más firme y tras un par de kilómetros salimos de esta bonita playa y “cruzamos la pasarela” (parece operación triunfo) de madera que une la arena con las calles de la urbanización que está pegada a ella. Corremos cruzándonos con algún transeúnte que nos saluda y llegamos al punto donde hemos dejado una bolsa, en el km.55.
Solo cojo una botella de agua con gas, Diego se cambia de ropa y tras unos minutos de descanso y hacerme una foto para mis amigos de CxC, salimos de nuevo.

Solo fingía.

De momento todo va bien.
  Carretera, arcén y nos metemos campo a través por solitarios caminos sin mucho que ver, a excepción de algunos corredores con los que vamos coincidiendo y saludando. Nuevo avituallamiento en el que reponemos fuerzas mientras  hacemos nuevas amistades y sin demorarnos mucho a correr otra vez. 

Comiendo y haciendo amistades.
 Diego se va quejando de la rodilla izquierda, tiene problemas con la cintilla y yo tengo más molestias de las esperadas con mi Aquiles y una pequeña molestia en la ingle pero nuestro ritmo no decae. La temperatura es bastante buena, el sol ya está en todo lo alto pero el calor es suavizado por una ligera brisa la mayor parte del tiempo. Empezamos a oír “jaleo”, señal de que llegamos de nuevo al bar Charly, con más animación que la anterior vez que pasamos por ahí. La speaker nos nombra al llegar y nos disponemos a recuperar fuerzas con el amplio surtido de viandas que tienen en este avituallamiento atendido por unas voluntarias muy simpáticas. Me siento en un bordillo a ponerme esparadrapo en un dedo al lado de una chica que está dando masajes y Diego que sigue tocado de la cintilla aprovecha para darse uno, yo mientras espero, me como otro sándwich. Reponemos líquidos y salimos. 

Luego me confesó que no le dolía nada...
 Este último tercio de la carrera no lo conozco, solo hice entrenando los primeros 66 kilómetros y según me han comentado, esta parte también es bonita con una subida sobre el kilómetro 80 bastante dura??. Avanzamos por una especie de rambla y de bonita de momento tiene poco. Seguimos adelantando a participantes, ya le comente muy al principio a Diego cuando nos pasaban corredores que no tuviese prisa, que nuestro ritmo no era malo y que seguramente al final iríamos adelantando a bastante gente que seguramente a estas alturas ya irían andando. Se nos une un chaval majo, se llama Antonio, de Alicante. A lo lejos empezamos a escuchar música, parece una discoteca, pero es otro avituallamiento no muy oficial en una casa al lado del camino. Está atendido por unos chavales muy majos que tienen bebidas, frutas y una cacerola enorme con caldo con pelotas (albóndigas). Uno de ellos aparece con dos gin-tonics ofreciéndome uno, me lo pienso, pero no, tengo que rechazarlo, solo me tomé un caldito. 

En el avituallamiento de los gin-tonics.

Tomando calditos.
El caldo me ha sentado fenomal y tengo fuerzas renovadas. Me pongo el primero del trío por un sendero con sube bajas disfrutando mucho de este tramo. Tenemos que aprovechar para avanzar lo máximo posible antes de que anochezca y de que vengan partes más complicadas y la última subida. Subida que más que preocupado siento curiosidad por saber cómo es, según me han contado es bastante dura pero también me han dicho que se hace por carretera y por un camino lleno de piedras como las que hay en las vías de los trenes donde no se puede avanzar bien, no sé, ya veremos.
Al fondo, a lo lejos, vemos los toldos blancos del siguiente avituallamiento y en vez de ir en esa dirección, las balizas primero nos alejan por la izquierda por un cómodo camino en bajada. Vamos charlando con Antonio que nos comenta que es su primera carrera y que la ha preparado jugando al tenis y al futbol, haciendo únicamente un par de salidas largas el último mes, y aquí va el tío con nosotros...(voy a tener que replantearme mis entrenos). Subimos por una carretera, hacemos un giro a la derecha y por el arcén llegamos al avituallamiento justo cuando el sol ha desparecido.
Reponiendo fuerzas para afrontar la última subida.
 Me siento con Antonio a comerme una galletas y tomarme otro caldito  mientras Diego picotea de aquí y de allí (en el buffet de un hotel tiene que ser un espectáculo) tomándose su tiempo. Consigo que nos vayamos y salimos un poco antes que Antonio, iniciando una subida por camino. Me he traído un frontal un poco malillo que llevo en la mano sin encender y voy aprovechándome del de Diego, que de vez en cuando me lo va echando en cara (los sicilianos son así). Antonio nos alcanza y nos comenta que se va a adelantar porque se ve fuerte, nosotros seguimos con nuestro ritmo, corriendo en los tramos donde se puede y caminando en el resto.

Alcanzamos a un trío, dos corredores y una corredora yendo un rato con ellos. Me extraña que aún Diego no haya dicho nada, irá mal?, no, ya empieza a preguntar...
 Para nuestros tres compañeros en su primera ultra, van animados pero con la lógica incógnita de si serán capaces de terminar (los 3 lo hicieron), cuando lleven 20 su preocupación será qué camiseta ponerse y cuanto tiempo van a tardar, como a mi me pasa. No son muy habladores excepto la chica, Corina, una rumana que lleva varios años en España, habla muy bien español con un ligero acento, menos con los tacos que los dice perfectamente. Vamos un poco más rápido que ellos y lentamente nos alejamos.
No tengo ni idea de donde estaba mi compañero.
 Seguimos por esta fácil subida, de momento. Nos pasan unos ciclistas de la organización y  comentan que ya no queda mucho para llegar al final del ascenso, explicándonos lo que nos falta. Vamos como haciendo largos zig zags hasta que aparece una carretera y el desnivel se acentúa pero se avanza bastante bien, incluso adelantamos a  más corredores. Giramos a la izquierda y empezamos a subir por un camino que efectivamente tiene piedras como las de las vías de tren  pero sigue siendo una subida poco complicada y sin ninguna dificultad llegamos a una antena con una luz roja. Imagino que la “dureza” en esta parte de la que nos habían hablado algunos corredores, tiene que ver con que estamos en el kilómetro 89 y para el que vaya algo tocado se le debe hacer dura, sinceramente yo no la vi así y mi compañero tampoco.
La bajada no es complicada y la hacemos trota corriendo, aquí si tengo que encender mi frontal para tener mejor visibilidad.
Último avituallamiento, solo 13kms para meta.
 Llegamos al último avituallamiento en el km.90, yo no tenía pensado parar quedando tan poco para meta pero como mi compañero no se salta uno, me siento en una silla a esperar que se avitualle. Le meto algo de prisa y seguimos bajando hasta llegar a una carretera asfaltada en donde adelantamos a Sergio y José Vicente, los dos hermanos del club Los Tractores. Al fondo ya se ven las luces de Elche.
Los dos vamos con fuerzas y no paramos de correr adelantando a mas participantes que ya van caminando. Dos se pican con nosotros y cuando les adelantamos nos vuelven a adelantar, nos hace gracia esta situación. La verdad es que me da igual que ellos lleguen antes, aparte de que yo me voy reservando y a mi compañero le veo fuerte también.
Estamos entrando en Elche, ya es todo zona asfaltada. Vamos los cuatro por una especie de polígono acercándonos al centro por calles desiertas. No se ven  balizas y vamos siguiendo las indicaciones que nos marcan flechas blancas pintadas en el suelo. No debe de quedar ya mucho y seguimos corriendo a buen ritmo, incluso adelantamos también a Antonio que va un pelín tocado. Pasamos por una gasolinera y giramos a la izquierda bajando por un estrecho sendero hasta llegar a una amplia rambla. Pasamos por debajo del puente de hierro que cruzamos esta mañana  y salimos a una especie de estrecho paseo que va pegado a un canal. Diego se adelanta unos metros, se ha debido volver a enfadar conmigo, ahora con motivo ya que he estado usando gratis su brillante luz. Paso al lado de un voluntario que me informa de que quedan para meta unos 300-400 metros… ¡ostras!, voy a tener que dejar de reservarme, y me pongo apretar. Adelanto a los dos corredores y a Diego que  aprieta también y se me pone detrás. Llevamos un ritmo muy bueno para llevar tantos kilómetros encima, va pasando el tiempo y la meta no llega (ya he dicho en alguna ocasión que a los voluntarios no hay que hacerles mucho caso).
Una baliza indica que hay que girar a la izquierda, subimos unas escaleras y enseguida salimos a un paseo con una alfombra roja, nos cogemos de la mano para entrar juntos y Diego tiene el detalle de empujarme un poquito para que yo aparezca delante en la clasificación, con un tiempo de 14h59’51”.

Objetivo cumplido.

Antonio.

Sergio y José Vicente.
Pedro Molina.

Cuando vi el marcador me decepcioné un poquito ya que tenía pensado bajar de 13 horas, pero unos segundos después reconocí que no hice mala carrera. Comí muy bien, no me sentí mal en ningún momento y estuve muy bien acompañado durante toda la prueba, disfrutando mucho las casi 15 horas y la posición 165 de 1.000 participantes tampoco está mal. La única pega fue mi Aquiles que me dio la lata más de lo deseado y estuve un par de días con molestias, aunque el martes salí a correr y ya estaba totalmente recuperado.

La carrera fue más dura de lo que esperaba. estuvo muy bien organizada y balizada con unos voluntarios de 10. Os la recomiendo, sin duda.

Gracias tigre por la compañía (ya me dirás lo que te debo por lo del frontal), gracias a los miembros (c.p) del club corriendo por el campo por vuestros mensajes y a todos los que me seguisteis.

Dedicada a mi guapa fan número uno.

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